2 de julio de 2011

Artículo en Ideal (Fermín Anguita)

Un grupo de motrileños pide justicia para los inmigrantes llegados en patera

La convocatoria de Motril Acoge expresó en la plaza de la Aurora públicamente su dolor por las muertes en el mar


Ahogarse en plena noche les dio un protagonismo mediático que ellos nunca hubiesen querido. Al día siguiente les sepultaron en un nicho numerado y sin nombre, presto para no pasar a ninguna historia. Un día después ya son olvido y nadie sabe ni conocerá nunca que ese muerto huérfano de personalidad física era padre, hermano o hijo. Era niño, bebé. Mujer luchadora o enamorada de los suyos. Es el fin a secas. Después de la noticia de su enésima desgracia llega el archivo eterno de una tragedia.
Frente a la costa de Motril, frente a las palmeras y el sueño turístico se hunden entre llantos, cada año, otros sueños a los que no hacemos apenas caso: los de dar de comer a los tuyos, los de poder vivir.

Ese fin del mundo al que, casi diariamente, se enfrentan los ocupantes de pateras atestadas de miedo y angustia se diluye en la sociedad del bienestar que se alza en la otra orilla. Tan real como la vida misma, la vida que se hunde en el mar parece no importar a nadie, salvo a un puñado de 'locos' solidarios. «Esto es lo mínimo que podemos hacer por esos muertos, lo mínimo.» argumenta o más bien proclama Ángel Alonso, uno de tantísimos motrileños que se adhieren a la causa que humanitariamente despliega la asociación Motril Acoge, un puerto de calor y solidaridad al que arriban cada año no pocos inmigrantes totalme nte desubicados y temerosos de todo y todos.
Ángel, como otros muchos, se reunió en la céntrica plaza de la Aurora de Motril el pasado jueves por la tarde para clamar por algo tan hermoso como «Por un mar de solidaridad, ni una muerte más». El estar allí ya era suficiente gesto contra el olvido y como grito apagado contra la indiferencia. «Yo sé que no podemos cambiar las estructuras de la noche a la mañana, pero el venir a esta concentración ya es un importante grano de arena», decía Miguel Salinas, otro de los integrantes de Motril Acoge quien, desde su experiencia en la Hoac, no cesa de apelar a una conciencia social que debe exteriorizarse aunque sea en actos aparentemente poco respaldados o seguidos por el público. «Pero yo estoy convencido de que hay muchas más personas sensibilizadas que las que hoy estamos aquí».
Se despliegan otras pequeñas pancartas que hablan de justicia, de solidaridad, otra vez de sueños. Alguien habla de ataúdes que irán directos a la fosa no solo del olvido, sino del desconocimiento y la indiferencia.
Voluntarios
Es la trilogía del desierto: desierto verde-desierto amarillo-desierto azul convertido en negro para los que no llegan a alcanzar el otro lado. El abogado y edil de IU Felipe Villa se lamenta de la «insensibilización» tan inmensa que ha terminado por rodear a hechos tan trágicos como las muertes en el mar de Alborán. «Lo menos que podemos hacer por ellos es salir a la calle y expresar públicamente nuestra solidaridad», decía Villa quien desde hace una década impulsa unas jornadas anuales de inmigración que, paradójicamente, son un referente nacional pero que en Motril pasan un tanto desapercibidas. «Eso sí, yo le pido a mucha gente que se pongan por un momento en la piel de quienes lo pierden todo e incluso ven ahogarse a los suyos, a partir de ahí es cuando empezamos a comprender», comenta.
La tarde va cayendo y un grupo de personas, a quienes sí importan esas muertes, se dedican a repartir manifiestos, a plegar pancartas que volverán a desplegarse la próxima vez que un futuro se hunda como un ancla a pocas millas de 'El Dorado' andaluz.
«Ese niño que murió hace unos días, se merecería al menos un beso de despedida en la frente...», dice, explica, reza o proclama la llamada social que lanza Motril Acoge. No es una frase gratuita que quiera conseguir una lágrima fácil, sino una exigencia de 'Justicia' que gritan cada vez más personas.

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